revista 4
Tenemos
que aprender de todo
Hubo un
tiempo en el que en una isla muy pequeña, confundida con el paraíso, habitaban
los sentimientos como habitamos hoy en la tierra. En esta isla vivían en armonía
el amor, la tristeza, y todos los otros sentimientos.
Un día, en
uno de esos que la naturaleza parece estar de malas, el amor se despertó
aterrorizado sintiendo que su isla estaba siendo inundada. Pero se olvido rápido
del miedo y cuidó que todos los sentimientos se salvaran.
Todos
corrieron y tomaron sus barcos, y subieron a una montaña bien alta, donde podrían
ver como la isla se inundaba pero sin que corriesen peligro. Solo el amor no se
apresuró, el amor nunca se apresura. El quería quedarse un poquito más en su isla, pero cuando se
estaba casi ahogando el amor se acordó que no debía morir.
Entonces corrió
en dirección a los barcos que partieron y pidió auxilio. La riqueza oyendo su
grito, le respondió que no podía llevarlo ya que todo el oro y la plata que
cargaba podían hacer que su barco se hundiera.
Pasó entonces
la vanidad que también dijo que no podría
ayudarlo, una vez que el amor se hubiese ensuciado ayudando a los otros, ella,
la vanidad no soportaba la suciedad. Por detrás de la vanidad venía la tristeza
que se sentía tan profunda que no quería estar acompañada por nadie.
Pasó también
la alegría, pero estaba tan entusiasmada que no oyó la suplica del amor. Sin
esperanza el amor se sentó sobre la última piedra que todavía se veía sobre la
superficie del agua y comenzó a menguar. Su llanto fue tan triste que llamó la
atención de un anciano que pasaba con su barco.
El viejo tomó
el amor en sus brazos y lo llevó hacia la montaña más alta, junto con los otros
sentimientos. Recuperándose el amor le preguntó a la sabiduría quien era el
anciano que le ayudó. A lo que esta respondió… “El tiempo”. El amor se cuestionó que porque solo el
tiempo pudo traerlo hasta allí. A lo cual
la sabiduría respondió: “Porqué solo el tiempo tiene la capacidad de
ayudar al amor a llegar a los lugares más difíciles”.
Autor desconocido
POR JUAN FRANCISCO