revista 17


REVISTA 17: LA IMPORTANCIA DE LA MUJER 
EN LA SOCIEDAD
El sexismo: machismo, misoginia y homofobia.  
La  conformidad de la humanidad por mujeres y hombres se ve obstaculizada por el sexismo que atraviesa el mundo contemporáneo y se expresa en políticas, formas de relación y comportamiento, en actitudes, acciones entre personas, así como de las instituciones hacia las personas.  Nuestra cultura es sexista en contenidos y grados en ocasiones sutiles e imperceptibles, pero graves, y otras es sexista de manera explícita, contundente e innegable.
 
Las formas más relevantes de sexismo son el machismo, la misoginia y la homofobia, y una característica común a todas ellas es que son la expresión de formas acendradas de dominio masculino. Veamos de qué se trata:
   
El sexismo  se basa en el androcentrismo. La  mentalidad  androcéntrica permite considerar valorativamente y apoyar que los hombres y lo masculino son superiores, mejores, más adecuados, más capaces y más: útiles que las mujeres…
 
El androcentrismo se entreteje y completa con la misoginia.Ya que la sobrevaloración de los hombres y lo masculino se interioriza y subvalora a las mujeres y a lo femenino. La dominación pone en condiciones sociales de  subordinación a las mujeres.
 
La misoginia se produce cuando se cree que la inferioridad de las mujeres, en comparación con los hombres y por sí misma es natural, cuando de antemano  se sostiene que las mujeres son impotentes por incapacidad propia y de manera central, cuando se hostiliza, se agrede y se somete a las mujeres haciendo uso de la legitimidad. 
 
El sexismo se realiza también en la homofobia cuando se considera que la  heterosexualidad es natural, superior y positiva, y por oposición, se supone que la homosexualidad es inferior y es negativa. La homofobia concentra actitudes  y acciones hostiles hacia las personas homosexuales. Y, como en las otras formas de sexismo, la violencia hacia la homosexualidad se considera legítima, incuestionable, justificada.   
    
En la actualidad, cada vez más personas reconocemos la necesidad de criticar el orden del mundo y transformarlo, a través de opciones no opresivas ni enajenantes de convivencia entre mujeres y hombres, así como de alternativas  prácticas de vida para cada mujer y cada hombre que no estén basadas en el dominio ni en la enajenación, sino en la construcción de los espacios humanos de género.

La alternativa es compleja, ya que involucra desde líneas de desarrollo social, hasta la individual y trastoca necesariamente todas las dimensiones de la cultura, tanto como la estructura y los fundamentos de los poderes.
  
 

 
La solidaridad entre mujeres y hombres se apoya en la igualdad como principio ético-político de las revelaciones entre los géneros, y en la justicia genérica como objetivo compartido por mujeres y hombres. La solidaridad se concreta en el consenso a la igual valía de los géneros.
  
El nuevo orden de géneros requiere una voluntad histórica que desvíe el sentido actual y contribuya a disminuir las asimetrías entre los géneros y la desigualdad en la calidad de la vida de mujeres y hombres. Las políticas sociales deben encaminarse a lograr el desarrollo sustentable con equidad entre mujeres y hombres.
 
La causa feminista es la causa de cada mujer, y de más y más mujeres, por la construcción de su dignidad humana y de su libertad. Es más fácil enunciarla como una causa global y abarcadora, porque no se limita a unas cuantas o a ciertas mujeres; compete a todas y es menos difícil luchar por ella de manera genérica para todas, que hacerlo sólo para discapacitadas, sólo para analfabetas, sólo para las pobres o las exiliadas. Porque todas las mujeres somos discapacitadas, todas analfabetas, todas tenemos problemas con una salud precaria y siempre secundaria frente a la de otros, porque todas somos pobres y desposeídas; porque todas estamos sometidas a dominios diversos y carecemos de poderíos indispensables; porque estamos exiliadas en la tierra, en nuestros países, en nuestras comunidades y en nuestras casas. Y, ¿Cómo no habríamos de estarlo, si estamos exiliadas de nuestras propias vidas, consagradas siempre a otro?...
 
Conclusiones:
Se debe aprender a valorar y amar a la mujer sin tantos artilugios de mal gusto y sin opresión y desigualdad hacia su persona, sin tantos conceptos donde se originan que el hombre es superior a la mujer, olvidando que el papel esencial de la mujer es dar origen a la descendencia y por lo tanto es parte primordial en la vida de todo ser.

En muchos países la situación de la mujer ha cambiado muchísimo, hasta el punto de que ha sido posiblemente el mayor cambio en los últimos 25 años. Hemos pasado de la absoluta desigualdad, hasta casi la plena equiparación. Y la mujer ha tenido un papel muy importante en ese aspecto, aunque aún hay muchas cosas por hacer. Dos temas a destacar son, por un lado, los malos tratos: es importante que se consideren delitos de verdad, no problemas de carácter doméstico; y, por otro lado la importancia de compatibilizar el papel de la mujer en el trabajo y como madre de familia, lo cual es duro porque significa que la mujer acaba teniendo el doble o triple de trabajo que el hombre.
 
La mujer está llamada a desempeñar un papel clave en la sociedad, conjugando sus funciones profesionales con las de madre y esposa. Un matrimonio muy difícil de equilibrar al que sólo la sensibilidad y la capacidad femenina puede responder con excelencia. 
                                                                                                           NOEMÍ